Entra en un vagón

lunes, 26 de diciembre de 2011

Vagón 21. El gnomo

Esta mañana la he visto de nuevo. Desde mi asiento habitual se ve claramente la puerta del baño que hay en el descansillo entre vagones. Cuando la he visto entrar me he sobresaltado. Ya había perdido la esperanza de verla, convencido de que ya no estaba con nosotros en el convoy. Sin dudarlo, me he apostado a la salida del baño, dispuesto a abordarla en cuanto saliera, dispuesto a recordar deseos que creí olvidados, dispuesto al más que probable rechazo.

Tras pasar unos más que prudenciales 25 minutos, con los nervios crispados, he llamado a la puerta. No contesta nadie. Al conseguir abrirla, me he encontrado con el servicio vacío. Mientras miraba absorto la taza sucia y el lavabo minúsculo, ocupando el acceso, un señor bajito y trajeado se ha disculpado y ha pasado entre mi cuerpo y la jamba, como un gnomo, casi sin rozarme. Ha cerrado la puerta del lavabo en el mismo instante en que se me ha agrandado la grieta que tenía en las entrañas.

2 comentarios:

Pat dijo...

La imaginación juega malas pasadas, o los deseos, o las ilusiones...



chaubesos

convoy89 dijo...

Sin duda, Pat, sin duda.