Entra en un vagón

sábado, 14 de enero de 2012

Vagón Restaurante. Ectoplasma

Llevo semanas desquiciado. Supuse en un primer momento que habían sido los gritos de esos dos críos los que me crisparon, pero más tarde, en mi vagón, indagando en la grieta, me di cuenta de que era mi pasado con el fantasma lo que me hizo reaccionar de ese modo. Tenía que haber hablado con ella cuando la coca-cola y los cigarrillos, tenía que haberme atado a su etérea figura y no separarme otra vez como entonces. Ahora el ectoplasma no hace más que hurgarme dentro, con una mano acariciante de dedos incrédulos. ¿Acaso una vida es más importante que la otra cuando son la misma? Nunca debí marcharme. 

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