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viernes, 27 de enero de 2012

Vagón 13. Sólo me hace falta un rumbo

Nadie suele fijarse que en los aviones no existe la fila de asientos número trece. Y a mí lo que más me cabrea es que me tomen por tonto; me revienta que pretendan que me crea que el catorce es el catorce. Yo sé la verdad; si no existe fila trece ya sabemos qué pasa con la catorce. Y no pienso callarme. Cuando me monté ayer en el avión le dije a la azafata que no aceptaría ser cómplice de esa mentira; que no comulgo con la idea de convertirlas en verdad gracias a una mayoría casual que vota por inercia. Ah, no. Conmigo que no cuenten para tragarme esas democracias.

Me da igual que toda la tripulación monte en cólera y que el capitán me eche del avión. El simple hecho de camuflar la fila trece justifica mi comportamiento. ¿Qué motivo impulsaría a un fabricante de aviones a hacer algo así? Está claro. A mí no engañan; es más peligroso viajar en el asiento de la fila trece. No es extraño pensar que habrá más posibilidades de accidente.

Por suerte este es un viaje sin prisas. No me ha molestado tener que optar por el tren porque de lo que se trata es de ver mundo, de sentirme libre. Mi madre dice que tengo que abrirme y arriesgarme para romper con mis manías y yo ni siquiera sé a qué manías se refiere. Sólo sé que merece la pena coger el tren sólo por las vistas. Aunque el continuo tra-ca-trá no me permita escribir la carta de reclamación a la compañía aérea, aunque vaya a tardar mucho más en llegar… Todo eso me da igual porque aquí estoy seguro. Me he fijado en los números de los asientos y estoy el rincón más alejado posible del asiento trece, justo enfrente de un simpático viejete que parece estar a punto de dormirse.

Y hace casi veinticuatro horas que no me da ningún ataque.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Está visto que a la Sociedad actual le va el lenguaje de conveniencia. En vez de viejos, tercera edad; en vez de pobres, sin techo, en vez de trece, doce más uno...¡Ay! ¡Ay!

Anónimo dijo...

Bueno, comparto la opinión de Pedro Luis, en la épocas que vivimos da igual cambiar la forma de expresarse hacia las personas o las cosas, pero en definitiva, solo intentan disfrazar la realidad, el orden de los factores siempre será el mismo...o sea, que has hecho muy bien en optar por el tren, en tu lugar, hubiera hecho lo mismo...

Saludos!

convoy89 dijo...

Decían que era la era de la diplomacia, pero se ha convertido en la del eufemismo. A ver qué tal este nuevo vagón que estrenamos hoy.

Cristina Rubio Pérez dijo...

Me has hecho reir muchísimo. Un relato estupendo!!!! Gracias

convoy89 dijo...

Gracias a ti por bucear en el convoy 89!!!