Están desayunando como la primera vez, preparando cada una la tostada de la otra y Ester dice:
-¿Te acuerdas lo que te dije ayer sobre lo de ir a conocer gente? Podríamos empezar hoy.
-Pues cuando subí al tren y lo recorrí buscándote sin saber que te buscaba a ti vi, casi delante de todo, en el vagón 4, una anciana ciega que tejía.
-Iremos a visitarla.
Se cogen de la mano, empiezan a recorrer el tren en dirección a la máquina y, al llegar dos vagones más allá, ven al otro extremo al revisor que las está llamando. A Marta le empiezan a temblar las piernas: subió sin billete y si el revisor la echa del tren y la separa de Ester se le acaba el mundo. Llegan a la altura del revisor y éste las lleva hasta la plataforma de unión entre ese vagón y el siguiente donde nadie les puede ver ni oír:
-Señoritas, les rogaría que fueran menos escandalosas cuando están en sus asuntos.
Marta respira tranquila y promete que lo intentarán. Prosiguen su camino, llegan al vagón 4 y ven, en medio de un montón de gente de pie, a la anciana ciega sentada en un silla y tejiendo. Dicen las dos al unísono:
-Buenos días, señora.
-Buenos días. Acercaos para que os toque la cara y vea cómo sois.
Se acercan, se dejan palpar y la anciana dice:
-¿Vosotras dos sois…?
Deja interrumpida la pregunta pero Marta responde que sí.
-Pues si venís más veces a visitarme os tejeré una manta para que os cobijéis las dos.
Ester le pide permiso, le coge la labor y se sienta en el suelo a continuarla.
4 comentarios:
Acabas de joder el vagón, gracias.
Se van sucediendo muchas cosas en este vagón. No contaba con la ancianita ciega, pero le da otro matiz a la historia.
Un abrazo.
Es una historia encantadora.
PD: Ciertos comentarios no aportan nada si no son constructivos. Para vomitar hay otras herramientas en internet :)
El surrealismo del convoy continúa en los comentarios : )
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