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miércoles, 9 de mayo de 2012

Vagón 37. Comer y callar

Estamos todos callados desde que Juan ha dicho lo de su padre. Ni bosque blanco ni nada. Comer y callar, eso es lo que hemos hecho. Hasta le hemos dado las gracias muy bajito al revisor cuando nos ha dado las galletas.

Juan es tonto, no sé por qué se tiene que acordar ahora de su padre. Con lo bien que lo estábamos pasando. Yo me acuerdo de mi madre, pero no quiero llamarla. Y al tío Carlos menos. Juan es tonto.

—¿De verdad quieres llamar a tu padre? —La mujer de los juegos al fin habla.

—Es que… estará preocupado.

—¿Y si te digo que no lo está?

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé. —La mujer parecía estar escondiendo alguna lágrima—. ¿Lo echas de menos? ¿Quieres volver a tu casa?

—No… no es eso. Es que no quiero que se preocupe. Nada más.

La mujer de los juegos está triste. Pobrecita. Juan es tonto. Qué buenas están estas galletas. Y qué tonto es Juan. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ufffff

Buen punto.

Es la primera vez que alguien de dentro se acuerda de lo que hay fuera ¿no? Sí, repaso y creo que sí.

Nos tenéis tan pillados con lo que pasa en los vagones que se nos olvida el mundo por el que corre el tren.

convoy89 dijo...

Lo que tenemos claro casi todos es que afuera ha pasado algo gordo, y en cualquier caso hace mucho, pero mucho frío. A ver si llega el veranito pronto.