—¡Juan, Juan! Que ya es de día, despierta.
El niño intenta abrir los ojos pero sólo lo consigue a medias, se los protege con las dos manos como si un gran foco lo estuviera encarando.
—Tengo sueño —dice refunfuñando—, déjame en paz.
—¡No! Despierta. La señora de los juegos está dormida, vamos a escondernos y la asustamos.
—¡Que no! Déjame —protesta haciéndose un ovillo.
La mujer lleva ya algún tiempo observándolos en silencio, con una sonrisa amable en su rostro. De su bolso saca un cepillo y tras desenredarse y recogerse el pelo, se levanta para acercarse a los niños.
—Deja que duerma un poco más, Julia —dándole un beso en la mejilla—. Ven que te peino un poco. Si quieres, jugamos tú y yo un rato y luego lo llamamos para ir a desayunar, ¿vale?
—Vale —responde Julia dejándose cepillar el pelo—. ¿A maiseforyuti?
—A lo que quieras.
—¡A los números! —grita de repente Juan incorporándose en el asiento como un resorte.
2 comentarios:
Pas simple, la vie en chemin de fer !
Bon voyage,
Roger
@Roger Bon voyage alors!
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