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domingo, 22 de abril de 2012

Vagón 37. Sólo Juan y Julia

La mujer había visto que en el tren viajaban más niños. Pensó en invitarlos a su vagón para que también pudieran jugar; desechó la idea al instante. Su atención debía centrarse en Juan y Julia. Todo había cambiado, su misión ya no era la de alegrar durante un rato. Había sido muy gratificante ver todas aquella sonrisas a cambio de tan poco: un truco de magia, una manualidad, un cuento…

No tardó en darse cuenta de que muchas veces las sonrisas enmascaraban miedos. Los niños no deberían tener miedo nunca. A nada. A nadie.

Juan y Julia fueron los elegidos. Había que desconectar el radar y olvidar al resto. Juan y Julia necesitaban toda su atención. Escuchar la risa de Julia mientras Juan le mordisqueaba los pies le confirmaba que todo iba bien. Sus niños estaban alejando al miedo.

Y el tren parecía ir más despacio. Sí, todo estaba saliendo bien.

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