Entra en un vagón

lunes, 30 de abril de 2012

Vagón 43. Un hombre extrañamente misterioso

El hombre se movía con sigilo, iba por el pasillo mirando en uno y otro departamento, como si buscara a alguien. Vestía una gabardina clara que le llegaba casi a los pies, con las solapas subidas hasta las orejas, dejando a la vista su pelo rubio y ralo. Llevaba las manos metidas en los bolsillos; en uno de ellos se marcaba un bulto que bien podría ser la culata de una pistola. Cuando entró en el vagón 43, ella se puso de pie y le dijo, muy enfadada, que aquel era un lugar privado y estaba prohibido el paso.

La miró fijamente, con una sonrisa meliflua en los labios y ojos grises y fríos. Pareció que iba a decir algo, pero cambió de idea y mirando a un lado y a otro, como si buscara de nuevo a alguien, abrió su gabardina y le mostró su cuerpo desnudo, con su pene erecto y tembloroso.

Ella se sorprendió, era lo último que se esperaba; luego le dio un ataque de risa, le señalaba con el dedo y se reía tanto que las lágrimas brotaron de sus ojos. Volvía a señalarle y volvía a reírse.

El hombre la miró sorprendido, aquella alegría fue desapareciendo de su polla, dejando paso a un mísero colgajo de piel morada. Cerró su gabardina, volvió a mirarla, esta vez casi con odio. Y desapareció entre las sombras.

Ella aún se está riendo.

2 comentarios:

RayTan dijo...

Ella me contagió la risa al leerlo.
RaiTan

convoy89 dijo...

Je, je, je… Ja, ja, ja… Je, je… Juas, juas!