Entra en un vagón

jueves, 26 de abril de 2012

Vagón 72. Miguel (3)

Puta vieja. ¿No tendrá nada mejor que hacer que darme el coñazo?

–… y mi hija, la pequeña, Luisa se llama, la tengo estudiando “noséquécosa” de ésas, de los ordenadores de ahora, cosas de esas modernas y ¡muy complicadas! Que yo muchas veces le pregunto, por saber cómo le va , pero la verdad es que no sé ni lo que me dice, que a mí me da igual, porque yo lo que quiero es que sea feliz, y digo yo que qué más da, que antes la mujer solo tenía en mente el casamiento, y la que quería estudiar, pues oye, ¡solterona se quedaba! Que cada una es muy libre y, la verdad, si no encuentras marido, pues bien está que estudies y te busques la manera de ganarte las habichuelas, porque una vez casada, ¡madre mía! ¡olvídate de nada que no sea tu marido, tu casa y tus hijos!, que no tiene nada de malo eso, no señor, que yo no estoy en contra, que la que quiera dedicar su vida al marido, pues muy bien, pero hay más cosas y obligar a una pobre criaturica que no sabe lo que es la vida… 

Tengo que hacerme como sea con un asiento en primera clase. Este tren debe tener coche-cama o incluso compartimentos privados. Tengo que averiguar dónde y hacerme con uno como sea.

–…que es lo que yo he dicho siempre, porque siempre lo he dicho, ¿eh? No se vaya a pensar que yo era de esas mujeres modositas que agachan la cabeza delante del marido y no dicen una palabra más alta que otra, no, ah no, de eso nada, yo si he tenido que decirle a mi Juan, “oye Juan, que eso no está bien”, pues se lo he dicho, y santaspascuas, ¡faltaría más! Que una cosa es una cosa y otra muy distinta es que el marido te dé mala vida, ¡eso sí que no! Que conozco yo un caso, de una conocida mía, que está muy feo decir nombres, que no se vaya usted a pensar que yo soy de esas que se va de la lengua y está todo el día asomá a la mirilla, que no, pero mi amiga la Marielena, ¡ay! ¡Que ya se lo he dicho! Pero qué más da si usted no la conoce! Pensará usted que soy medio boba! Jijijiji pues eso que digo yo que estas cosas hay que decirlas, sí señor, y denunciar a esos sinvergüenzas, esos cobardes que no tienen hombría ni tienen ná, ¡ay, si a mí me pone una mano encima un hombre, ay! ¡pobre de él!… 

En cuánto vea al revisor le preguntaré. Seguro que le convenzo fácilmente para que me proporcione uno de esos reservados. Con el pago adecuado todo se puede conseguir y tiene pinta de ser de los que te consiguen cualquier cosa que pidas si aciertas con el precio. Joder, qué ganas de perder de vista a esta gente.

–…y yo le decía, chica, de verdad, que en Santa Marta nos conocemos todos, ¿tú crees que si él te pusiera los cuernos no lo sabríamos ya medio barrio? Porque otra cosa no, pero mira que si quieres que algo no se sepa no lo hagas, o no lo digas, que esa es otra, que he tenido yo angustias de esas mías, de esas que se te meten en el estómago y te lo cierran y no te dejan comer, ¡con lo que a mí me gusta comer! Que me acuerdo yo cuando mi madre preparaba esos guisos, ¡ay, qué guisos!, debe de ser cosa de los alimentos, hoy día ya sabe, lo dice todo el mundo, nada sabe igual que antes, ¡nada! … 

Necesito un café.

–Disculpe señora, tengo que ir al baño. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bueno!

convoy89 dijo...

Ahí va, Anónimo, nos alegra mucho que te haya parecido bueno! Esperamos verte más por aquí.

RayTan dijo...

¡Impresionante! Parece de Delibes

convoy89 dijo...

Verdad que sí? No eres el primero que lo piensa. Le pondremos una medallita pequeña al autor. : )

Gracias por leernos, Raytan.