Era el maquinista. Al parecer se ha vuelto loco y lo han tenido que atar. La pregunta es lógica: ¿quién conduce el tren ahora?
Cada vez va más deprisa, lo puedo notar. No subimos a este tren para huir, mucho menos para morir. Si el tren sigue acelerando moriremos todos. Y subimos a este tren para vivir: VIVIR.
He buscado un freno de emergencia. Me ha costado encontrarlo pero he conseguido dar con uno. He tirado con todas mis fuerzas y… nada, el tren sigue avanzando; cada vez más deprisa.
¿Y si los niños quisieran bajar algún día? El tren tiene que poder detenerse.
—Te toca. Tira el dado.
—Es verdad. A ver… necesito un cuatro para comerme tu ficha y contar veinte.
—Mejor un seis y te comes la de Juan.
—Venga, un cuatro o un seis, venga dadito…
¿Y si el tren no para nunca?
2 comentarios:
Mientras se tiran los dados y se confia en el azar, el tren sigue avanzando sin remisión.
¡Ah! Ya puse el botoncito para parar la música cuando se quiera.
Un saludo.
El parchís es un juego muy agresiv, estreatégico, casi diría que bélico. Nada que ver con el azar. O lo justo.
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